DANTE N. PINO ARCHONDO
El presidente Arce está tratando de inflar la pelota con más
aire del que soporta. Eso tiene un final, explotará. Y así como la materia
responde a leyes físicas, la economía tiene sus propias leyes y en ambos casos
se cumplen inexorablemente.
¿Hasta cuánto, y hasta donde puede un gobierno gastar sin
tener los ingresos suficientes para ello? Hay indicadores. Cuando se relaciona
el gasto con el PIB, se tiene un porcentaje que nos enseña cuanto está gastando
el gobierno en relación con la producción de bienes y servicios que genera la
economía. En otras palabras, cuánto dinero se inyecta a la economía que aumenta
la demanda de bienes y servicios con relación a la capacidad de la oferta para
producirlos.
Si hay más dinero para demandar y la oferta es menor para
atender esa demanda, los precios suben. ¿Y cómo es que eso no sucede en la
economía boliviana?
Porque la producción de bienes y servicios nacionales es tan
pequeña y la importación ilegal de los mismos es tan grande, sucede que, al
aumentar la cantidad de dinero, aumenta la demanda de dólares que van a
fomentar esa importación ilegal, lo que hace que los precios se mantengan.
El gobierno gasta, ese gasto fomenta el contrabando, el contrabando
demanda dólares e importa. Los precios se mantienen relativamente estables y
nadie se queja. Pero la oferta de divisas no es ilimitada, y para atender este
circuito están las reservas internacionales, que van disminuyendo
aceleradamente. Son las reservas entonces las que marcan la pauta del hasta
donde se puede continuar inflando el gasto.
Cuando la cantidad de divisas sea insuficiente y la demanda
de dólares en la economía no pueda ser atendida para importar legal o
ilegalmente, será el momento en el que la oferta de bienes comenzara a
disminuir y los precios a subir.
Es cuando la pelota que está inflando el gobierno a llegado a
su límite.
Y ese límite se acerca. Es la advertencia que estamos haciendo los economistas. Paren el gasto, ajusten la burocracia estatal, cierren las empresas públicas
deficitarias, vayan disminuyendo las subvenciones a los carburantes, abran la economía a la inversión privada, denle facilidades, sostengan un comercio exterior sin trabas, canalicen el crédito al sector productivo, flexibilicen las condiciones laborales, reformen el régimen tributario. Devuelvan al BCB la autonomía institucional.
Todo esto se puede hacer desde ahora. Y será la forma de
lograr un aterrizaje suave.
No digan que nadie les advirtió.