DANTE N. PINO ARCHONDO
No fueron a defender la whipala. Se
movilizaron por billetes. Luego dejaron las whipalas en la basura, y se fueron.
Esta es la realidad. El gobierno no convocó a la defensa de la whipala. Usándola
de pretexto movilizó a sus forzados militantes a defender la ley de
legitimación de ganancias ilícitas y financiamiento al terrorismo. Fue la
contraparte política del paro cívico. Han mostrado desesperación. Evo Morales
está llevando a su presidente Arce hacía el proceso de desestabilización. Está
ejecutando una política de confrontación. Como hizo en la década del 90.
Provocó a los gobiernos de: Paz Zamora, Sánchez de Lozada y Banzer. Quienes
vivimos esos años, conocemos la receta. La juventud debe saber que Evo Morales
fue el artífice del bloqueo de caminos, de las marchas desde Caracollo, del
enfrentamiento asesino y de la victimización constante.
La confrontación permanente logra cansar
a la sociedad, logra hartarla de tanto desorden, desesperarla, hacerla sentir
indefensa, desorientarla y aterrorizarla hasta llegar a un momento en que
prefieran votar por el autor de todo eso, para tener un respiro, un poco de paz.
Eso fue lo que sucedió el año 2003.
Un militante comunista dijo: la burguesía
se alimenta de pelotudeces democráticas. Y con esa convicción usan las leyes de
la democracia para generar conflictos que denominan “la agudización de las
contradicciones”. Atacan y se convierten en víctimas.
Hacen esto para desgastar el sistema
político, logran destruir la confianza en el sistema y sus conductores. De ahí
surgen las permanentes acusaciones a la derecha golpista, vende patria,
neoliberal y causante de todos los males que padece “el pueblo”. Y se muestran
cómo los únicos que saben lo que tienen que hacer.
Si los demócratas hemos aprendido la
lección, si de algo han servido 14 años de destrucción masiva de la
institucionalidad, del uso dictatorial del poder político, del derroche más
grande y nefasto de la riqueza económica, del desconocimiento y sustitución de
la nacionalidad boliviana, por una abstracción plurinacional, donde se quiere
imponer una cultura sobre las otras, si de algo puede servir todo esto, es para
darnos cuenta de que no podemos caer en lo mismo: la mezquindad política, la
vergonzosa atomización de partiditos creados con propósitos electorales y el
creer que usar el voto a favor de unos cuantos curules es todo a lo que se
puede aspirar.
Se necesita unidad de conducción, base
social que se sienta representada por un liderazgo contrapuesto al masismo
cocalero, convicción democrática y resolución para ir sin miedo a la batalla
política. Esa base social está esperando en la ciudades y provincias de La Paz,
Cochabamba, Sucre, Tarija, Beni y Santa Cruz, al conductor creíble. Es tarea de
la actual oposición reunirse y resolver la unidad de acción y la cabeza de
conducción. Sin pensar en tiempos electorales. El valor de esta decisión radicaría
precisamente en eso, no hay peso electoral que desfiguren los objetivos
democráticos y se pueden asumir pasos con la visión democrática que se requiere.
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